Eternidad
por Camilo Pérez Aguad
Un día y sólo uno, es de cuanto está realizada la eternidad, compuesta de todo lo que aconteció. Con sol o luna, todos los sucesos algún día ocurrirán. Vivir en el aquí y ahora es lo correcto, lo justo, lo absolutamente necesario para que todo sea uno y lo mismo.
Confinarnos en un día, a un presente banal con sus 24 hrs. cronometradas de pasado vacuo y futuro frugal en el tiempo-espacio, es al orden del caos. Un equivalente a la máquina del tiempo, donde el tiempo es tangible y existe, permitiéndosenos en su auxilio restablecerle con el envío de viajeros inanimados ... al menos, evidentemente, en mi caso personal en este año 2036; el año record de temperaturas agradabilísimas en la manzana donde está su humilde casa.
Mx. / Cd. Mx. / Roma / Mié / 6 / sep / 23
*John William Dunne, Un experimento con el tiempo. 1927.
Algún historiador de la literatura escribirá algún día la historia de uno de sus géneros más recientes: el título. No recuerdo ninguno tan admirable como el de este volumen. No es meramente ornamental; nos incita a la lectura del texto y el texto, ciertamente, no nos defrauda. Es de carácter discursivo y abre posibilidades magníficas a nuestro concepto del mundo.
J. W. Dunne era un ingeniero, no un hombre de letras. La aeronáutica le debe alguna invención, que durante la primera guerra mundial probó su eficacia. Su mente matemática y lógica era adversa a todo lo místico. Arribó a su extraña teoría mediante una estadística personal de los sueños de cada noche. La expuso y defendió en tres volúmenes, que provocaron clamorosas polémicas. Wells lo acusó de haber tomado demasiado en serio el primer capítulo de su The Time Machine, que data de 1895; Dunne le respondió en la segunda edición del libro que ahora publicamos. Malcolm Grant asimismo lo refutó en A New Argument for God and Survival (1934).
De los tres volúmenes que constituyen de hecho su obra el más técnico es The Serial Universe. El último, Nothing Dies (1940), es una mera divulgación popular, destinada a la radiofonía.
Dunne nos propone una infinita serie de tiempos que fluyen cada uno en el otro. Nos asegura que después de la muerte aprenderemos el manejo feliz de la eternidad. Recobraremos todos los instantes de nuestra vida y los combinaremos como nos plazca. Dios y nuestros amigos y Shakespeare colaborarán con nosotros.
J. L. Borges
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