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"El
unicornio violento y el almohadón azul."
Transferencia, de Camilo Pérez Aguad
En
un ataque de lógica, entras a la sala 2 del MACAY un domingo por la tarde
convencido de que es más fácil visitar las exposiciones los días posteriores a
su inauguración. Lees primero un anuncio: «utilizo el “transfer” como
posibilidad creativa y despliego con ella las inquietudes personales de mi vida
y mis vivencias. En la serie de viñetas, titulada precisamente Transferencia,
intento transformar circunstancias generales en particulares; pruebo
transferir, gracias al “privilegio del dibujo”, una dignidad a nuestro ser cada
vez más acosado e indefenso por una sociedad generalizada y global. Lo digo
todo, no como denuncia, sino a manera de platicar cómo es que me las arreglo en
la vida.»
Rápidamente,
las caras de quienes vieron las piezas el Día D salen a empujones de tu
memoria. Sus rostros fluctuaban entre la aceptación y el desconcierto. La
composición, la técnica, las dislocaciones semánticas. Allí donde veían un
elogio del amor, el lenguaje era irónico, directo y hasta cínico. Las mujeres
desnudas ostentaban el toque de las vedettes del cine de ficheras. El monstruo
de la laguna verde abrazaba una bella dama en topless. La gente no se
escandalizó, claro. Y tampoco hizo mayores comentarios, claro. Lo recuerdas y
las circunstancias adquieren un matiz surrealista, dadaísta, buñueliano. La
lógica no aplica en este cuento.
Él
es Camilo Pérez Aguad –«el clásico maniaco-depresivo», dice uno de los
transfers con su autorretrato. Si lo tuvieras cerca le preguntarías qué tan en
serio habla. Pongamos que lo tienes cerca. Le preguntas si habla en serio. Él
responde: «Ja!... sólo debería quedar como chiste y no dar una
explicación que lo eche a perder... aunque (efectivamente) detrás de un chiste
se encuentra una buena dosis de verdad. A veces enloquezco (ya con menor
frecuencia) y hago todas esas cosas que están narradas en mi autorretrato.
¿Notaron que en realidad se trata de una imagen de Agustin Lara?, es nada más
puro "bolero"... Ja!» Esa risa tiene parientes: el «Jo!» de Holden
Cauldfield en El guardián entre el centeno.
Mironeas
una vitrina de cristal saturada de objetos con curiosidad obsesiva. Antes ya te
has cruzado con el unicornio rojo que asoma del estuche en forma de labios,
sostenido por dos manos y un almohadón azul. Son Dalí y David Lynch en pleno
cotilleo. Transferencia –algo así como un viajecito psicodélico por la
mente de Camilo– tiene el argumento de una película que cruza Un perro
andaluz con El santo contra las momias de Guanajuato. Un bestiario
de personajes absurdos y pintorescos para el cual Camilo ya tiene nombre: La
Asociación de Ideas S.A. de C.V. ¿Referencias? Novelas gráficas ochenteras y
noventeras, Basquiat, Frida Kahlo y la Gran Familia Surrealista del Universo.
Las
piezas transferidas fueron hechas con un bolígrafo, plumones de colores,
rotulador y líquido corrector blanco sobre cartón ilustración. Mujeres deudoras
de Lina Santos o Angélica Chain, caballeros con rictus de risa grotesca. Y
están los ready-mades caprichosos. Un guadañador y otra criatura envuelta en
una tela color violeta a lo Man Ray, en la que notamos la fisonomía de un
rostro, titulada misteriosamente “Crisis”. Camilo está jugando a la
resignificación de las cosas, a la inter/para/meta textualidad, y lo que en
apariencia carece de sentido porque no articula un discurso racional es una
crítica –tal vez tardía– y una burla –siempre refrescante– de los valores
racionales.
«Transferencia
se
entiende bajo esa óptica», piensas, y sales del museo hacia la plaza del Centro Histórico. Y es
como si el Efecto Transferencia se hubiera fugado a las personas y los
acontecimientos de la calle. La incoherencia, la súbita intervención del caos,
el sueño colectivo y el simulacro. El surrealismo auténtico. Lo primero que
haces al llegar a tu casa es mandarle un mail al artista y preguntarle si puede
responder algunas preguntas. Y lo hace; sin embargo, las grandes preguntas
quedan sin solución. ¿Cuáles son los límites entre la ficción y la realidad?
¿Dónde está el mapa y dónde el territorio? ¿Cómo distinguir entre el original y
la copia? Eso nadie lo contesta.
Camilo
Pérez Aguad nace en Argentina en 1974 –donde por circunstancias azarosas cursó
el profesorado en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón– y
radica en México desde 1977. Se ha desarrollado laboralmente en distintas áreas
como ilustrador, restaurador y asesor de locaciones fílmicas. Dirige en la
actualidad la edición grafica del netzine Apolorama [www.apolorama.com]
y afirma categóricamente que «el amuleto que todos deben llevar hasta la
llegada exacta del año 2011» es un monstruo de la laguna verde recortable con
una vedette desnuda en primer plano, a la altura de sus brazos escamosos. No se
diga más.
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