Las sesiones de dibujos al natural son un reto. El fin de exponer lo que sea ante quien sea no es actuar sino exigir un esfuerzo ajeno, aunque sólo sea el de constatar una presencia, aún y sobre todo si ésta sigue apareciendo más o menos desprovista de todo significado: ésta es la belleza de modelar y es este el amor entre artista y modelo que hace posible la aparición del dibujo.
Luego se dibuja con los ojos no con las manos y la mirada se siente como tacto: roza, sacude, pellizca.
Es el sustento de la práctica del dibujo al natural.