miércoles, 5 de diciembre de 2012

Retroactivo.


Imagen para el seminario "Lacan y los Surrealismos" / Año 2012

Historieta en la publicación "Revista Babel" / Año 2012


Ilustración para la portada de la revista Litoral #43 / Año 2011

Asistente en la pieza del escultor Sebastián Romo / Año 2011


Conductor del proyecto de depuración del archivo del Museo Numismático / Año 2010

martes, 3 de abril de 2012

25 de Mayo del 2012 en el "Museo de la Ciudad" de Querétaro

Museo de la Ciudad / "Sepa la Bola"




“Sepa la Bola” / Camilo Pérez Aguad
Utilizando con destreza los recursos de la ilustración gráfica, Camilo Pérez Aguad despliega en la serie “Sepa la Bola” una crónica que mezcla por igual confidencias personales con testimonios ficticios. Creando y reciclando imágenes de probada efectividad, este conjunto de obras sobre papel se percibe como una historia discontinua, como una narración fragmentada y en clave que, a voluntad del artista, revela y oculta intermitentemente el perfil de su autor.
La dislocada estructura de “Sepa la Bola” tiene como sostén e hilo conductor a las potente fuerzas del deseo y el miedo. En su personal versión de la lucha entre estos poderosos impulsos simultáneamente opuestos y complementarios que activan y regulan los actos humanos, Pérez Aguad ofrece una espesa y sombría atmosfera que de vez en vez se aligera por dosificados destellos de humor e irónico autoescarnio.
A lo largo del desarrollo de las obras que componen la serie “Sepa la Bola”, Pérez Aguad va modulando el tono de su voz, de manera que el espectador-lector se encuentra por momentos inmerso en la trama de un thriller, una farsa o un cómic.
Sin importar que los hechos consignados hayan tenido lugar en el campo de la realidad o la imaginación, de que su protagonista se haya desempeñado en el más tumultuoso campo de batallas o frente a la soledad de una página en blanco, Pérez Aguad nos ofrece un testimonio veraz de cómo, en sus propias palabras, es que se las ha arreglado en la vida.
Carlos Ashida

“Sepa la Bola” / Camilo Pérez Aguad


La obra de Camilo Pérez Aguad no es de las que piden permiso para entrar sino que irrumpe. Y al hacerlo atrapa por su originalidad, por su despreocupada belleza, por su ternura irónica y por su carácter anticipatorio. Esto se advierte con claridad en sus dibujos, que reflexionan sobre sí mismos a través del comentario. También en la destreza y el talento con los que Camilo maneja el color.
Por momentos, domina el horror, sea el que le provocan los excesos de la hipermodernidad, sea el que genera la violencia cultural que durante tanto tiempo Occidente ha ejercido sobre Oriente. Pero es un horror que se vale legítimamente del arte para involucrar al espectador, sin darle tregua y obligándolo a completar el sentido de la obra. Por eso va mucho más allá de la mera denuncia política.
Esto no excluye para nada el humor punzante al que Camilo nos tiene acostumbrados desde antes. No sólo cuando desacraliza la ceremonia familiar presentando desnudos a todos los miembros de la familia sino de maneras menos explícitas pero igualmente efectivas. Es otro modo de implicar a quien observa sus trabajos y no puede menos que preguntarse por qué se sonríe ante aquello que rechaza.
Dije “desde antes” porque recuerdo la serie de comics que hizo varios años atrás y que ya combinaban la excelencia técnica, la provocación, la ironía y la crítica social. Se trata de una coherencia que tiene el mérito de desplegarse sin temor al cambio. Porque si algo resulta incuestionable es que Camilo no le escapa al riesgo.
Quien lo dude, debe ver esta muestra de un artista sin miedo, audaz y valiente, que anticipa el tiempo del arte.
Diana Chorne